7.2.10

SEAT 600

Hoy he descubierto la existencia de un monumento en el barrio de Los Boliches en la localidad malagueña de Fuengirola, un homenaje al Seat 600 creo que muy merecido para un vehículo que marcó una época en nuestro país y con el que miles de familias disfrutaron. Mi enhorabuena a esta localidad por recordar el tan emblemático 600.

El primer 600 fabricado en España llevaba el bastidor nº 100.106-400001, pero por razones desconocidas no recibió su matrícula definitiva (M-184.018) hasta el 5 de diciembre de 1957.

El primero que se matriculó -cuyo chasis era el nº 100.106-400071- lucía la placa B-141.141.

En 1958 se estrenó la película Ya tenemos coche, dirigida por Julio Salvador (1958), con un 600 como protagonista principal. También tuvo un papel destacado en la serie televisiva Plinio emitida por TVE.

Entre el 28 de abril y el 1 de mayo de 1963 dos jóvenes almerienses realizaron la vuelta a España en 92 horas y 14 minutos al volante de su SEAT 600 Comercial, cubriendo un total de 4.460 kilómetros.


En noviembre de 1965 se exportaron los primeros 150 ejemplares, embarcados en el carguero Megara con destino a Colombia. Algunos también llegarían en aviones de la compañía Aviaco.


En 1965 la madrileña Dolores Laguna dio a luz a su hija en el asiento trasero del 600 que la conducía al hospital. Unos años después, el hijo de Rosario Martínez llegó al mundo en idénticas circunstancias.

En 1967 el diario Pueblo distinguió al 600 con el título de Figura Nacional, calificándolo de “pequeña casa rodante del sufrido Juan Español”. El premio lo entregó el Ministro de Información Manuel Fraga Iribarne.

Según las estadísticas, uno de cada cuatro automóviles que circulaban por las carreteras españolas en 1971 era un SEAT 600.

En 1972 seis estudiantes madrileños cruzaron Africa de norte a sur con sus tres 600, sin apenas cambios ni grandes modificaciones, totalizando 30.000 Km. por desiertos, selvas y barrizales durante cuatro meses.

El lanzamiento del 600 creó gran expectación en su época, y la demanda era tal que los particulares debían apuntarse en listas de espera de más de un año para acceder a un vehículo que se convirtió en símbolo de estatus y que representó la imagen del milagro económico del desarrollo español.

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