CARABELA PORTUGUESA

El verano se acerca, el calor, y las ganas de unos buenos baños en nuestros mares y playas, pero también un año más en el que al igual que el año pasado parece ser que el Mediterraneo recibe la visita de las Carabelas Portuguesas. Tienen aspecto de medusa, con una vejiga rellena de gas a modo de vela, y por ello se cree que ya el año pasado entró en el Mediterraneo por el estrecho de Gibraltar impulsada por los vientos.

De momento solo ha habido algún avistamiento por la zona de Murcia y esperemos que no lleguen a aparecer en un número elevado, pero quiero que os quedéis con su imagen por si en alguna ocasión pudiéseis ver alguna, y es que su picadura puede ser letal para el hombre, muy especialmente en los niños y ancianos a los que le podría causar la muerte.

Así que mis queridos amigos bañistas, mucha precaución si os encontráis con alguna, aunque esperemos que no sea así y que tomen otro rumbo con su vela cual marino portugués en el pasado.

Con apariencia de medusa, la carabela es en realidad un organismo colonial cuyos individuos se especializan para mantener viva la colonia. Se trata de una agrupación de hidroides que se dividen el trabajo: el neumatóforo (parte que flota o vela), los gastrozoides (digestión), dactilozoides (detección y captura de presas, y defensa) y los gonozoides (se ocupan de la reproducción).
La carabela portuguesa carece de ojos, huesos y ano, excretando directamente por la boca. Además de la vela gelatinosa que le permite recorrer los océanos impulsada por los vientos, las mareas y las corrientes marinas, del cuerpo central cuelgan numerosos tentáculos que le sirven para atrapar a sus presas y con los que puede llegar a medir hasta 50 metros, aunque normalmente mide alrededor de 10 metros.
Estos tentáculos están provistos de cápsulas urticantes denominadas cnidocitos que pueden paralizar a un pez grande y afectar seriamente al ser humano. Estas cápsulas, ante el estímulo apropiado, liberan un filamento hueco espiralado de un único uso llamado nematocisto, que puede ser de distintos tipos: simples ventosas, prolongaciones largas de los tentáculos que se enrollan alrededor de la presa, y púas o espinas que pueden inyectar una toxina proteínica que paraliza a la presa.
Los tentáculos tienen por objeto envolver a las presas e introducirlas en la boca hasta la cavidad gastrovascular, donde comienza la digestión.